Mariano Catoni (Buenos Aires, 1981). Es periodista y escritor. Ha
colaborado con el Semanario 30 Noticias
de la ciudad de Rosario, con el diario El
Cronista de Funes, con la publicación Portal
San Martín; fue corresponsal político para la radio AM 1010 de la ciudad de Buenos Aires, se desempeñó como redactor en
la revista boliviana Nueva Economía y
como colaborador en la revista española Capital.
En 2005, publicó su primer libro de relatos titulado El acróbata de
plastilina. Con su obra de ficción obtuvo los siguientes galardones: 2°
lugar en el «Premio Nacional Eugenio Zagarzazu» por su cuento «El infante
imaginario» (Argentina, 2004), fue finalista del «Concurso de cuento corto
Álvaro Cepeda Samudio» con el texto «Felipe y el graffiti» (Colombia, 2005), fue
galardonado con el 3° lugar en el «Premio internacional de la Academia de Tango
de Montevideo» por su texto «Felipe y los besos» (Uruguay, 2007), con la 5°
mención en el «Premio Internacional Adolfo Bioy Casares» por el texto «Felipe y
el diluvio» (Argentina, 2007), obtuvo la 1ª mención en el concurso «5 de julio
de 1807, `Un pueblo en armas´» por el cuento «Uno de los cuantos» (Argentina,
2008),primer premio del XVII CONCURSO Atienza Riquelme (Argentina
2008)”Corramos” fue seleccionado en el concurso Literatura comprimida de la
Comarca de Sidra, Asturias(2008) fue elegido para su publicación en el
«Certamen internacional Art Nalón Letras de España» por su cuento «Las Ranas»
(España, 2008),fue finalista en el I Concurso Internacional de Cuento Breve
Salón del Libro Hispanoamericano Ciudad de México(México 2008) obtuvo el 2° lugar
en el «Premio internacional Noble Villa de Portugalete» por «Cante, Virginia,
cante» (España, 2008), el 1° lugar en el «Premio internacional Tierra de
Monegros» por «Polémica de la vida y un gol» (España, 2009), el 3° lugar en el
«Premio internacional Noble Villa de Portugalete» por el cuento “Le glorieux
miracle de Montpellier” (España, 2009), fue finalista de la «II Bienal de
novela del `Premio Copé´ internacional 2009» por su obra La rebelión de los
románticos (Perú, 2009), obtuvo el «XXIX Premio Literario Felipe Trigo de
Villanueva de la Serena» por su obra «Ni diez kilómetros de maternidad» en la
categoría narrativa corta (España, 2009) publicado por Editorial Algaida, consigue
el «XIV Premio de Novela Corta `Salvador García Aguilar´ de novela breve» por
su obra Sin gloria morir (España, 2010) publicado por Editorial Agua
Clara, obtiene el 1° accésit en el «V certamen de relato corto `Vallecas
Cuenta´» por su relato «Minor Swing» (España, 2010), el 2° premio ex aequo de
la Diputación de Valladolid, en los «Premios Argaya 2010» por su cuento «Los
monos» (España, 2010), el 1° premio en el concurso «El Quijote de Plata XXXIV»
por su cuento «Los brazos que te consuelan» (Argentina, 2011),finalista en el
VI Concurso de Relato Breve José Luis Gallego(España 2011),obtuvo el 2° premio
en el concurso «CAM de cuentos `Gabriel Miró´ edición LVI» por su cuento «Homo
searching» (España, 2011) y el 2° premio de la Diputación de Valladolid en los
«Premios Argaya 2011» por su cuento «Alejo no le pega a nadie» (España,
2011)finalista del Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de
Barbastro(España 2011),finalista en el Primer Concurso Alejandría de cuento
breve(Argentina 2011)20 premio del primer concurso de cuentos
Hontanar, con Una cena de negocios(Australia 2012),finalista en el concurso
internacional de cuentos breves Voces con Vida, y seleccionado para su
antología publicada por Benma Grupo Editorial (México 2012) Finalista del
premio internacional de novela Marco Denevi(Argentina 2012). Finalista en el
concurso de la CAM de novela corta Gabriel Sije con su obra Las dos hermanas
(España 2012) Su cuento, La Familia Hurken fue incluido en el libro Planta Baja
Relatorio de Ediciones 1690 Tierra Adentro
(Argentina 2010). Con el libro Felipe Flap obtuvo la 2ª mención en el «Concurso
de Narrativa Provincial Alcides Greca» en la categoría «Obras inéditas»
(Argentina, 2007). Ha participado en la antología de autores argentinos Los
rostros y las tramas (Argentina, 2005) y en la antología digital 30
cuentistas hispanoamericanos organizada por «Literaturas.com» (2007).Ha
dictado seminarios en Alicante y Villena contratado por la Universidad de
Alicante (España 2013) Escribió las novelas Las dos hermanas (2008), Máximas
para un niño (2009), Un montón de plumas (2010) y El hombre que
tocaba con soñar el piano (2011).Esta radicado en Roses-Girona en España
.Desde diciembre de 2010 esta representado por la agencia literaria
barcelonesa LITERAL RIGHTS de España .
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Las ranas(no)
Dakar,
Senegal, cuatro de la mañana. No se ve ni se escucha la ciudad. La arena dorada
de la costa marítima todavía está fría y el Atlántico se parece a un animal
inánime rendido que se cansa, que se entrega dócilmente. Mientras los negros duermen
y alcanzan a soñar con uno o dos sueños, las olas rompen muy despacio en la
oscuridad del oeste africano y las espumas saladas, tendidas sobre playas
kilométricas, se deshacen hacia el viento dando el legítimo e imperecedero
perfume de los mares grandes. A estas horas el Grand Goff
está tan quieto y apagado que, desde el cielo, pasa por un lodazal. Todos los
negros duermen y se entregan a las verdades oníricas: amores, dudas, infiernos,
magias, todos los negros lo hacen ininterrumpidamente. A excepción de Modou
Kaba Coulibaly, quien no pudo conciliar el sueño desde que se acostó porque
está muerto de miedo, convencido y conciente, y por eso mismo muerto de miedo.
Hoy se va, sea como sea, esta vez sí se va..
Durante
un buen rato Modou contempla el techo de la habitación, gira la cabeza y
observa a sus dos hermanas menores y a su madre viuda.
Ya
estaremos bien, piensa en su wolof natal y al poco tiempo sale al patiecito de
tierra sobre cuyo fondo se mecen tres o cuatro mantas de color que cuelgan desde
una soga y que bailan algún baile desincronizado con el viento.
Oye
un ruido. Se han detenido en la calle. Vinieron a confirmar, a confirmarle.
Psst,
lo llama un hombre y Modou se aleja de la casa unos metros y se le pone a la
par. Platican.
Será
esta noche, a las once, en isla Diogué, sobre la desembocadura del río
Casamance. Muy bien, a las once, señor. Hay que pagar una parte ahora. ¿Ahora?
Sí, para reservar lugar en el cayuco, nos quedan pocos sitios.
Modou
introduce la mano en uno de sus bolsillos y al instante palpa el fajo de
Francos CFA que ha juntado durante casi un año. Tras dos minutos de regateo
llegan a un acuerdo, el hombre recibe el dinero, sonríe afablemente, despliega
una hoja arrugada y anota: Modou Kaba Coulibaly, Dakar.
Dan
las seis de la mañana y el sol alumbra a duras penas con lo poco que puede y
las calles empiezan a convertirse en las típicas venas de la capital
senegalesa. Van abriendo los negocios, se inauguran los mercados y aparecen las
frutas y las flores, quieren jugar al color, confundirse con la ropa
típicamente africana en la que abundan los matices saturados del rojo y del
amarillo. Caminan los niñitos negros y los adultos, y el tráfico se mezcla con
la indigencia, pues tan grande es esta última que decir pobreza sería generoso
Modou
es uno de esos caminantes. Va vestido con lo de siempre y lleva un bolso de
cuero cuyo origen e historia desconoce. Lo encontró hace alrededor de dos años,
en la costa, vacío.
Al
llegar a una ochava se detiene y mira lo más lejos que puede. Intenta ver un
poco más, estira el cuello y lo consigue. Por allá viene un yaga ndiaye
y se sube al poco tiempo. Entonces, comienza a experimentar esa molesta y
extraña seguridad intermitente propia de las situaciones nuevas que pueden
salir bien o frustrarse. Todo indica que sí, que se está yendo, pero una cosa
es la intención y otra muy distinta lo que fehacientemente podrá ocurrir. El
Puerto de Los Cristianos aún no deja de ser un sueño mil veces soñado, un
anhelo equivalente al de cualquier europeo o norteamericano ávido de la familia
más hermosa de todas; y fama, de ser posible.
Modou
estudia las caras de los otros ocupantes del vehículo y sabe que es imposible
que alguien lo observe, que ese alguien vea el bolso de cuero y sospeche algo.
Todo el mundo va al trabajo y él también pasa por uno de esos. Sin embargo y
contrario a lo que le indican sus precauciones lógicas, le gustaría contarlo,
sabe que no puede, pero de veras que le gustaría hacerlo.Miren, estoy muerto de
miedo y así y todo, vean, soy un héroe, me voy, a buscar lo nuevo, la nueva
vida, para mí, para mi familia, porque allá, ya saben, allá está la vida buena,
la tranquilidad más bella de todas.
No,
no lo hará, no sólo porque es tímido sino porque además prefiere no correr el riesgo,
los diarios no dejan de hablar del tratado bilateral y de la colaboración entre
los países, de las guardias costeras para detener a las embarcaciones, de los
operativos policiales para acabar de una vez por todas con las redes
clandestinas de inmigración irregular. Modou desciende del yaga ndiaye y camina
algunas cuadras, no muchas, sólo unas cuántas, siete u ocho. No repara en eso.
En los últimos cinco años, no lo sabe ni lo sabrá nunca, caminó más de dos mil
cuatrocientos kilómetros por adentro de la ciudad bajo su condición de gorgulu.
Una
hora más tarde, consigue que una camioneta de reparto acceda a llevarlo hasta
Ataladiama por algo de dinero. Se sube en la parte de atrás, en la cajuela, se
sienta de espaldas a la cabina y se acomoda como puede entre unas bolsas de
arpillera que huele a cítricos.
Con
el andar y el movimiento, con la ruta, Dakar se va haciendo pequeño, después
pequeñísimo hasta que finalmente desaparece como si la noción de las cosas lo
olvidara.
Modou
siente el calor del sol sobre la cabeza y el sonido de los neumáticos raspando
el camino. Bosteza dos veces y se da cuenta de que ya no piensa con tanta
claridad.
Se
duerme recostado de lado, sobre su bolso. Sueña con Europa. Se sueña viajando
en un tren de alta velocidad. Los vio una vez, en la televisión, cree haber
escuchado que alcanzan los quinientos kilómetros por hora.